¿Conocéis la plaza dels Apòstols de la Catedral? Pues si cruzáis un arco que esta pegado a un lado de la catedral y seguís todo recto, llegaréis a los Jardins de la Francesa.
Se llaman así porque lo que hoy son unos preciosos jardines, en la antigüedad fueron una casa dónde vivía una chica francesa. Cuenta la leyenda que el arzobispo se enamoró de la joven y un día la invitó a cenar. Quería servirle un plato típico de la zona, y de entre todos los platos, se decidió por una butifarra catalana. El arzobispo le pidió a su criada que le preparara la cena, pero a ésta no le gustó la idea, y en lugar de cocinarla con sal, lo hizo con azúcar. Lo más sorprendente de todo es que aunque al arzobispo no le gustó la comida, la joven quedó encantada con el plato.